Mujeres que marcaron la historia: Clara Barton

Retrato de Clara Barton, alrededor de 1904. Fotografía de J.E. Purdy. Biblioteca del Congreso, División de Grabados y Fotografías, LC-USZ62-75827.
Clarissa Harlowe Barton nació en 1821, el día de Navidad, en Oxford, Massachusetts. Quizás el primer ejemplo de su devoción de por vida a cuidar de los demás ocurrió cuando fue la enfermera de su hermano David durante algunos años, luego de que él resultara herido en un accidente. A pesar de que los doctores habían perdido la esperanza, se recuperó por completo.
Barton se convirtió en maestra a los 15 años y abrió su propia escuela en Bordentown, Nueva Jersey. Luego de eso, se mudó a Washington D. C., donde trabajó como secretaria de registro en la Oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos. En Washington, sus opiniones antiesclavistas eran controversiales. Perdió su trabajo en 1857, luego de que James Buchanan se convirtió en presidente.
Al comienzo de la Guerra Civil Estadounidense en 1861, Barton fue una de las primeras voluntarias en el hospital Washington Infirmary. Abandonó los hospitales de la ciudad para ayudar a los soldados en el campo, al organizar apoyo para reunir suministros de primeros auxilios, transportar agua y preparar comida. A menudo usaba su propio dinero para pagar los suministros. Su presencia en los asuntos del campo de batalla se volvió algo habitual, e incluso prestó servicio en Fredericksburg, Antietam y Charleston. La capacidad de Barton para soportar las duras condiciones físicas y emocionales en el frente de combate era extraordinaria, a pesar de que su propia salud se vio afectada. La apodaron “El Ángel del Campo de Batalla”.
Al finalizar la guerra, el presidente Abraham Lincoln la nombró Corresponsal General de los Amigos de los Prisioneros en Libertad Condicional. Supervisó la búsqueda de información de más de 21.000 soldados perdidos, al buscar sus nombres en listas de presos y de fallecidos, así como instalar lápidas. Más tarde, continuó atendiendo a los soldados en las guerras franco-prusiana e hispano-estadounidense, y también participó en tareas de socorro en catástrofes tanto en su propio país como en el extranjero.
Barton se inspiró en el trabajo de la Cruz Roja Internacional al responder a los tiempos de guerra y desastres naturales. En 1881 fundó la Cruz Roja Americana y se convirtió en su primera presidenta. También fue esencial en la ratificación de los Convenios de Ginebra por parte de Estados Unidos al año siguiente. Permaneció activa en los años subsecuentes trabajando para la Cruz Roja hasta su renuncia en 1904. Después de eso, siguió dando charlas y conferencias hasta pasados los 80 años. Falleció en Glen Echo, Maryland, el 12 de abril de 1912.
Barton y Mary Baker Eddy jamás se conocieron. Al mismo tiempo, hicieron comentarios la una sobre la otra en publicaciones periódicas de la época, que muestran admiración mutua. El 6 de enero de 1908, en una entrevista con el New York American, Barton proclamó su gran aprecio tanto por Mary Baker Eddy como por la Ciencia Cristiana:
Si bien no he estudiado la gran religión fundada por la Sra. Eddy en profundidad como para considerarme Científica Cristiana, puedo decir que contemplo la Ciencia Cristiana, según la comprendo, como la fe más idealmente hermosa y a la vez la más práctica y reconfortante. Hace más por el mundo hoy, y continuará haciéndolo a medida que más personas tomen consciencia de la belleza de sus enseñanzas, que cualquier otra influencia para el bien…
La Sra. Eddy debería recibir el respeto, la admiración y el amor de toda la nación, porque es su más grandiosa mujer. Sus enseñanzas difunden el amor y la buena voluntad entre los hombres, y un Científico Cristiano no puede serlo a menos que haya eliminado la codicia y el egoísmo de su naturaleza.
En el mismo artículo, Barton también confirmó que había leído el libro de Mary Baker Eddy Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras y añadió: “El amor impregna todas las enseñanzas de esta gran mujer, y es tan grande, creo yo, que desde esta perspectiva apenas podemos darnos cuenta de su grandeza, y al contemplar la historia de su vida no vemos otra cosa que altruismo y abnegación”.1
Más adelante, ese mismo mes, Mary Baker Eddy respondió en el Christian Science Sentinel, donde la entrevista de Barton volvió a imprimirse:
En el New York American del 6 de enero de 1908, la Srta. Clara Barton sumergió su pluma en mi corazón y trazó las emociones, motivos y objetivo que allí encontró. Entonces, levantando las cortinas de la mente mortal, describió las habitaciones de mi corazón, sus huéspedes, sus comodidades, y luego entregó su descubrimiento a la prensa. Ahora, si la Srta. Barton no fuera un venerable soldado, patriota, filántropo, moralista, mujer de estado, me estremecería ante tan notoria alabanza. Pero considerando todo lo que la Srta. Barton realmente es, y sabiendo que es capaz de soportar los ataques que pueda traerle dicha descripción de su visita al alma, diré amén, así sea.2
Clifford P. Smith, el primer gerente de los archivos de La Iglesia Madre (La Primera Iglesia de Cristo, Científico), recordó la vez que conoció a Barton durante su visita a Mason City, Iowa, en 1906, donde él vivía en ese entonces. Más adelante, escribió sus impresiones:
Al hablar con ella, no pude evitar sentir que tenía mucho en común con la Sra. Eddy, que hasta su aspecto era algo similar al de ella, no en sus facciones, sino en la humildad, amor y altruismo que transmitía…
Luego ella dijo que estaba convencida de que la teoría y práctica de la Ciencia Cristiana eran reales y que estaba considerando abrazar la Causa de la Ciencia Cristiana abiertamente, pero que luego de pensarlo con cuidado, decidió no hacerlo por esta razón: Como fundadora de la Cruz Roja… todo lo que ella hiciera la afectaría en gran manera. Consciente de esto, sintió que debía creer en la Ciencia Cristiana y aplicarla, pero de ninguna manera debilitar la fuerza de la Cruz Roja al dar la impresión de que la abandonaba.3
Este artículo también se puede leer en este sitio web en alemán, francés, inglés y portugués.
- Viola Rodgers, “Christian Science Most Potent Factor in Religious Life, Says Clara Barton” [La Ciencia Cristiana es el factor más potente de la vida religiosa, de acuerdo con Clara Barton], New York American, 6 de enero de 1908, 4.
- Mary Baker G. Eddy, “Miss Clara Barton”, Christian Science Sentinel, 18 de enero de 1908, 390; Eddy, “Miss Clara Barton”, The Christian Science Journal, febrero de 1908, 696.
- Clifford P. Smith, “As I Recall It” [Tal como lo recuerdo], 1952, Reminiscencia, 87.