¿Lo escribió Mary Baker Eddy? Una carta a Septimus J. Hanna
Aunque Mary Baker Eddy escribió cientos de cartas a Septimus J. Hanna, frecuentemente se nos pregunta acerca de una que ella no escribió, en la que supuestamente le pidió a Hanna que todos los días “dedicara un tiempo a meditar”.
No sabemos quién escribió la carta en cuestión, que a menudo es precedida por una declaración auténtica de las reminiscencias de Hanna de 1918:
En 189[7], la cantidad de deberes míos había llegado a tal punto que le escribí a la Sra. Eddy para que me permitiera dejar algunas de mis ocupaciones. Ella me pidió que buscara alivio dedicando algunas horas al día a trabajar para mí mismo, durante las cuales no debía ser interrumpido por nadie por ningún motivo. Me dijo que si ella no hubiera hecho lo mismo, nunca podría haber cumplido con su trabajo.1
De hecho, Mary Baker Eddy le envió una carta a Hanna, pidiéndole que dedicara un tiempo todos los días a orar y estudiar, pero no que “dedicara un tiempo a meditar”.
Lo que sigue es lo que sabemos. En junio de 1897 Hanna le escribió a Mary Baker Eddy diciéndole que se sentía “sobrecargado y casi abrumado” por su trabajo, hasta el punto de estar “sufriendo día y noche”. Anhelaba tener un tiempo para la oración y el estudio de la Ciencia Cristiana, “una oportunidad de estar a solas con Dios y los libros”.2 En esa época era Primer Lector de La Iglesia Madre, Redactor de The Christian Science Journal e integrante del Comité de Lecciones Bíblicas.
Mary Baker Eddy le respondió: “Puedes ir a un lugar aparte y orar —todos necesitamos hacerlo—, y quiero que así lo hagas”.3 Dos semanas después volvió a escribirle:
Ahora estás dando los pasos correctos. Ve a tu “aposento” (observatorio) secreto y cierra la puerta a la observación y al mundo pues el reino de Dios no viene de esa forma, y ora. No hay en la tierra un lugar mejor para la oración que ese Pero para obtener la recompensa toma tu cruz [y] supera el temor del hombre que tiende una trampa. Dile a tu esposa y a sus sirvientes que no te molesten durante esas horas de oración[;] dedica cuatro horas por día a leer, orar y meditar a solas con Dios. No permitas que esta regla tenga más excepciones que las que tendría si estuvieras en una isla en medio del mar. Sé fuerte y firme sobre esta base hasta que estés listo para sentir “He tenido mis vacaciones [y] estoy listo para trabajar más arduamente”. La vida no es descanso es acción[;] hacer el bien es Vida, descanso y acción. Pero la agitación y la nada del mundo impuestas sobre uno mismo perturban y así cansan a la gente buena. Tú eres un ejemplo de acción que no puede cansarse, lleva las cargas que Cristo, la Verdad, hace livianas. El Amor te da descanso en el esfuerzo y lo suaviza.4
Después de firmar la carta, Mary Baker Eddy dio a Hanna otras instrucciones, indicándole que podía dejar cualquiera de sus cargos menos el de Primer Lector. “Además de las cuatro horas dedicadas al día como te indiqué —agregó— estudia la Palabra, medita[,] ora, vigila, pero no cansado. Me refiero al trabajo mental. Recuerda este hecho concreto”.5
En resumen, el documento en cuestión es una mezcla de material auténtico e inauténtico. La introducción atribuida a Hanna, aunque en general es auténticamente suya, es de su reminiscencia de 1918. Sin embargo, las palabras atribuidas a Mary Baker Eddy de que “dedicara un tiempo a meditar” no son suyas; en los extractos de las dos cartas anteriores citamos las respuestas auténticas de ella al pedido de Hanna.
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