¿Alguna vez tocó Mary Baker Eddy un león?
A veces nos preguntan sobre la vez en que Mary Baker Eddy supuestamente visitó un circo e interactuó con un león enjaulado. ¿En verdad ocurrió esto?
Tras revisar las colecciones de La Biblioteca Mary Baker Eddy, nuestros investigadores encontraron dos referencias al respecto. Una se hallaba en la reminiscencia de William Bradford Turner, un practicista de la Ciencia Cristiana que formó parte del Comité de Lecciones Bíblicas de La Iglesia Madre junto con otros cinco Científicos Cristianos, entre los que se encontraba la alumna de Mary Baker Eddy, Julia Bartlett (artículo en inglés). Si bien Turner jamás conoció a Mary Baker Eddy de forma personal, sí la escuchó hablar en distintas ocasiones.1
En su reminiscencia, Turner incluyó el siguiente encuentro que Bartlett había compartido con él:
“Un gran circo se presentará en la ciudad”, [Mary Baker Eddy] mencionó un día de forma abrupta a la señorita Julia [Bartlett]. “¿Irás conmigo?”, le preguntó. “Lo que me interesa es la exhibición de las fieras, dicen que es excepcional”.
Nos detuvimos frente a la jaula de los leones… Antes de que me diera cuenta, la Sra. Eddy pasó debajo de la [cuerda de seguridad]; y a continuación su mano reposaba sobre la pata del león que estaba cerca del borde de la jaula, justo frente a ella. La apoyó ahí y miró el rostro de la majestuosa bestia por un instante. Luego, tan rápido como había pasado por debajo de la cuerda, salió. “Ven Julia, ya hemos terminado’’.2
El segundo relato está tomado de una reminiscencia de David S. Robb, un Científico Cristiano de London, Ontario, Canadá. Robb vivió por un tiempo con Hanover P. Smith, quien antes había trabajado en la casa de Mary Baker Eddy. En su reminiscencia, Robb incluyó un encuentro entre Mary Baker Eddy y un león del que Smith le había hablado:
Un día él (Smith) nos contó sobre su visita al circo con la Sra. Eddy. Dijo que la Sra. Eddy se le acercó y le preguntó: “Hanover, ¿te gustaría ir al circo esta tarde?”. Él respondió: “Me encantaría”. Cuando llegaron a los terrenos del circo, ella fue directo a la zona donde se encontraban los animales salvajes. Allí había un gran león que claramente no había cenado, porque rugía como solo un león puede hacerlo. La Sra. Eddy caminó hacia la jaula y se paró en frente del gran rey de las bestias. Se paró en silencio para contemplar a este majestuoso monstruo, el cual estaba a punto de emitir un rugido, pero se detuvo para mirarla a ella. Intentó rugir dos o tres veces más y luego la bestia feroz desapareció; en su lugar, el gran león que simboliza la fuerza se dio vuelta y la miró, se recostó sobre sus enormes patas delanteras y la observó como si fuese un perro terranova. La Sra. Eddy permaneció en silencio por unos minutos y luego se retiró con cuidado, sin decir nada acerca de lo que acababa de suceder.
Robb luego escribió lo siguiente:
Mientras Hanover P. Smith relataba su visita al circo, recordé lo que la Sra. Eddy me había dicho (en una reunión previa): “Dios me hizo demostrar cada palabra”. La Sra. Eddy estaba ahí por una razón: para demostrar que los enunciados de su libro (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras) podían aplicarse de manera práctica. Daniel se sintió seguro en el foso de los leones. La Sra. Eddy sabía que tenía el mismo poder que protegió a Daniel. Imaginé a la reina de la humanidad hablando con el rey de las bestias en el lenguaje que ambos entendían, el lenguaje del Amor.3
En su libro, Mary Baker Eddy: The Years of Trial [Los años de tribulación], el biógrafo Robert Peel escribió sobre esto y dio su interpretación con respecto a su importancia:
[El] incidente parece una representación de un experimento que [Mary Baker Eddy] equiparó de manera consciente con la superación del magnetismo animal; una demostración para ella misma del poder que el Espíritu posee por sobre el instinto bruto.4
Si bien, por desgracia, no tenemos más información acerca del circo o circos que Mary Baker Eddy visitó, un deseo por ver tal “colección de animales salvajes” bien podría haberse alineado con sus afectos. Por ejemplo, está claro que cuando era niña sentía cariño por los animales de la granja de su familia, además de por los caballos que ella tenía en los establos de sus casas, que empleaba para dar sus paseos diarios en carruaje.
Para saber más acerca de este tema, lea el artículo (en inglés): “How did Mary Baker Eddy feel about animals?” [¿Qué pensaba Mary Baker Eddy sobre los animales?].
Este artículo también se puede leer en este sitio web en alemán, francés, inglés y portugués.
- William Bradford Turner, “Personal Recollections Regarding Christian Science and Mrs. Eddy, Half a Century Ago” [Recuerdos personales sobre la Ciencia Cristiana y la Sra. Eddy de hace medio siglo], 23 de abril de 1937, Reminiscencia, 12-13.
- Turner, “Personal Recollections Regarding Christian Science”, 14-15. Véase también: Yvonne Caché von Fettweis y Robert Townsend Warneck, Mary Baker Eddy: Christian Healer, Amplified Edition [Mary Baker Eddy: Una vida consagrada a la curación cristiana, edición ampliada] (Boston: The Christian Science Publishing Society, 2009), 422, y Robert Peel, Mary Baker Eddy: The Years of Trial [Mary Baker Eddy: Los años de tribulación] (Boston: The Christian Science Publishing Society, 1971), 122.
- David S. Robb, 9 de mayo de 1937, Reminiscencia, 1-2.
- Peel, The Years of Trial, 122.