¿Qué dijo Mary Baker Eddy acerca del tiempo y el clima?
Durante toda su vida Mary Baker Eddy vivió en un área de los Estados Unidos propensa a tener condiciones climáticas extremas. Por haber crecido en una granja, estaba consciente del efecto que el clima podría tener sobre el bienestar económico y físico de las personas. Y al enseñar Ciencia Cristiana, explicaba que las fuerzas climáticas estaban subordinadas a Dios.
Irving Tomlinson fue alumno de Mary Baker Eddy y trabajó como personal de su casa durante varios años. Irving describió su enfoque acerca del tiempo de esta forma:
La Sra. Eddy nos enseñó que las condiciones meteorológicas no están fuera del control de Dios y que pueden corregirse mediante la oración correcta. Fue muy clara al afirmar que los Científicos Cristianos no deben intentar controlar o gobernar el tiempo. Debemos saber que Dios gobierna el tiempo y ninguna otra influencia puede afectarlo. Dijo que debemos ser especialmente vigilantes para protegernos de los efectos destructivos de las tormentas.1
La correspondencia de Mary Baker Eddy y otros escritos indican que ella afirmaba que en particular los elementos violentos de la naturaleza requerían continua atención mediante la oración. Su declaración del Día de Acción de Gracias de noviembre de 1900, que apareció en The Boston Globe concluyó así: “… la atmósfera de la mente humana, cuando se limpie del yo y esté imbuida de Amor divino, reflejará este estado subjetivo en cielos más claros, menos rayos, tornados y extremos de calor y frío”.2
Mary Baker Eddy a menudo le pedía a la gente que orara por las condiciones climáticas extremas. Por ejemplo, el 19 de mayo de 1906 le escribió a la Junta Directiva de la Ciencia Cristiana, indicándole el criterio que quería que adoptara:
… consideren esta proposición mía, que le pidan a algunos de los mejores Científicos Cristianos de Boston y sus alrededores que oren una vez al día para que ningún pensamiento de terremoto, tornado o rayos destructivos entre al pensamiento para dañarlo, sino que Aquel que reina en los cielos y vela sobre la tierra salva de todo daño.3
Una semana más tarde ella continuó con este tema, ampliando la lista hasta incluir “inundaciones, crecidas, rayos destructivos, terremotos, tornados y ciclones”.4 En otra ocasión le aconsejó a su compañera de toda la vida, Laura Sargent: “Observa las nubes y si vez que se está formando una de aspecto malo, dispérsala y permite la lluvia, pero Dios no envía ni ciclones, ni tornados, ni rayos peligrosos por lo que puedes saber que no vienen”.5
Por último Mary Baker Eddy solicitó el establecimiento de un “Comité de benevolencia” oficial para La Iglesia Madre y que se le pagara a sus miembros para que oraran para que hubiera suficiente lluvia y para la prevención de condiciones atmosféricas destructivas.6
Clara Knox McKee fue la criada personal de Mary Baker Eddy en 1906 y 1907. Ella narró una experiencia que ayuda a ilustrar aún más la distinción que Eddy hacía entre intentar controlar el tiempo y considerarlo un estado subjetivo de la consciencia humana:
Un día la Sra. Eddy llamó a sus alumnos a su estudio y señaló una nube muy negra, en forma de cuerno de la abundancia, viniendo hacia la casa en línea directa con la ventana de su estudio delantero. Ella le pidió a cada uno que fuera hacia una ventana y la enfrentara, dándose cuenta de que no hay elementos destructivos en la creación de Dios. El ciclón venía girando directamente hacia Pleasant View, pero aproximadamente 1,5 km antes de llegar se dividió, rodeó Concord y se adentró en las montañas, causando muy pocos daños en nuestro vecindario.7
En otra ocasión Mary Baker Eddy ayudó a un granjero local que enfrentaba condiciones climáticas extremas a pesar de que las condiciones no cambiaban. Su pozo se había secado y sus vacas estaban dejando de producir leche. Clara Shannon, quien trabajó con ella durante más de 20 años, recordó la experiencia de la siguiente forma:
Hacía tanto frío que todo estaba congelado y el pozo del que sacaba el agua para su ganado estaba vacío. El día anterior se había visto obligado a ir a un arroyo o río, que estaba congelado, a cierta distancia de su granja. Había llevado barriles en su carreta, los había llenado con hielo y nieve del río y se los había llevado a su casa para derretirlos y así tener agua para sus vacas. Era un trabajo muy duro y llevaba mucho tiempo, y el hombre estaba muy desalentado. Aquel día le conté [a Mary Baker Eddy] las dificultades que ese hombre tenía y lo que acababa de sucederle. Ella sonrió y dijo: “¡Oh! Si tan sólo supiera”; luego, tras un instante de silencio, añadió: “El Amor [Dios] llena ese pozo”. A la mañana siguiente, cuando el granjero trajo la leche, con mucha alegría le dijo a la Srta. [Martha] Morgan que había ocurrido algo maravilloso. Esa mañana temprano, al salir a atender el ganado, el hombre encontró el pozo lleno de agua, a pesar del día frío y cruel y de todo el hielo y la nieve alrededor. Dijo que debían haber sido las oraciones de la Sra. Eddy las que produjeron ese resultado. Ella debe haber hecho algo al respecto, pues lo que sucedió fue un milagro. Aunque no era Científico [Cristiano], sentía una gran reverencia por la Sra. Eddy.8
Otro aspecto de la práctica de la Ciencia Cristiana al que Mary Baker Eddy se refería era la conexión entre el tiempo y el bienestar físico de una persona. Una de sus primeras curaciones ocurrió en 1864. Mary Ann Jarvis era una mujer de Maine que tenía grandes dificultades para respirar asociadas a los vientos que venían del este. El biógrafo Robert Peel señala que “en las tres primeras ediciones de Ciencia y Salud y en otros de los primeros documentos la Sra. Eddy señaló ese año como el de su primer vislumbre de lo que luego llamaría Ciencia Cristiana…”.9 El relato de esta curación aún aparece en su obra principal, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras:
Una mujer, a quien curé de tuberculosis, siempre respiraba con gran dificultad cuando el viento era del este. Me senté a su lado en silencio por unos momentos. Comenzó a respirar suavemente. Las inspiraciones eran profundas y naturales. Le pedí entonces que mirara la veleta. Miró y vio que señalaba exactamente hacia el este. El viento no había cambiado, pero su pensamiento acerca de él sí y por eso su dificultad para respirar había desaparecido. El viento no había producido la dificultad. Mi tratamiento metafísico cambió la acción de su creencia sobre los pulmones, y jamás volvió a sufrir a causa de los vientos del este, sino que su salud le fue restablecida.10
No mucho tiempo después de publicar Ciencia y Salud por primera vez, Mary Baker Eddy le escribió a Eldridge J. Smith, quien tenía interés en sus enseñanzas y más tarde estudiaría Ciencia Cristiana con ella:
Las leyes de la materia son obsoletas, es sólo lo que usted piensa sobre el frío lo que lo afecta, y lo afecta sólo en la medida en que usted admite que le hace daño. ¡Usted y no el tiempo es la ley para su cuerpo! Enfrente todo aquello a lo que teme con valor y vencerá el temor y cuando desaparezca verá que aquello a lo que temía ya no tiene más poder sobre usted11
A comienzos de 1909, apenas unos pocos meses después de que Mary Baker Eddy fundara The Christian Science Monitor, el periódico dejó de publicar pronósticos del tiempo, que muchos lectores consideraban útiles. Según Erwin D. Canham, redactor del Monitor durante un largo tiempo y autor de Commitment to Freedom: The Story of The Christian Science Monitor [Compromiso con la libertad: La historia de The Christian Science Monitor], esta decisión podría haberse debido a un concepto equivocado acerca de la intención de Mary Baker Eddy con respecto al criterio periodístico del diario. ¿Estaban los pronósticos de mal tiempo y condiciones similares en desacuerdo con la enseñanza de la Ciencia Cristiana de que la humanidad no tiene por qué vivir en sujeción a fuerzas atmosféricas severas o destructivas? En última instancia Archibald McLellan, el redactor, llevó el asunto directamente a Eddy. Ella ofreció una solución sencilla:
La Sra. Eddy no deseaba que el Monitor dijera que “El tiempo” era positiva y definitivamente lo que se publicaba más abajo. Ella quería que publicara las “Predicciones del tiempo” de la Oficina Meteorológica. Eran tan solo predicciones. No tenían por qué encadenar o perjudicar al hombre, que responde a la ley de Dios… Se requería una gran precisión periodística y suficiente sutileza para señalar este punto sin ofender a los dedicados meteorólogos de la Oficina Meteorológica. De modo que el 1º de abril de 1910, el día después de que McLellan le escribiera a la Sra. Eddy, se reanudaron los pronósticos del tiempo.12
Las convicciones de Mary Baker Eddy con respecto a Dios, la oración, el tiempo y el clima se derivaban de su cristianismo. Como estudiante de la Biblia, ella había leído en las Escrituras hebreas relatos de apelaciones proféticas a Dios en tiempos de sequía. Conocía bien las historias que narra el Evangelio de Cristo Jesús calmando una tempestad en el Mar de Galilea. A diferencia de otros, sin embargo, Mary Baker Eddy llegó a la conclusión de que esos incidentes no fueron milagros ni interrupciones del orden natural. En lugar de ello, los clasificó como demostraciones de la ley divina, que anulaban lo que ella identificaba como las limitaciones asociadas a leyes de la naturaleza.
Este blog también se puede leer en este sitio web en alemán, francés, inglés y portugués.
- Irving C. Tomlinson, Twelve Years with Mary Baker Eddy, Amplified Edition [Doce años con Mary Baker Eddy, Edición ampliada] (Boston: The Christian Science Publishing Society, 1996), 269. Mary Baker Eddy no enseñaba que la Ciencia Cristiana le permitiría a la gente controlar el tiempo, sino que reconocía que el tiempo, al igual que todos los demás fenómenos terrenales, estaba siempre dentro del alcance del poder de la oración. Véase, por ejemplo, Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras (Boston: The Christian Science Board of Directors), 171, 293 y 384. Desde hace bastante más de un siglo, las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana comparten relatos individuales de protección y liberación ante condiciones climáticas adversas.
- Eddy, noviembre de 1900, A10137. Véase en Eddy, La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea (Boston: The Christian Science Board of Directors), 264-265, una versión levemente editada de este texto.
- Eddy a la Junta Directiva de la Ciencia Cristiana, 19 de mayo de 1906, V00698.
- Eddy a la Junta Directiva, 28 de mayo de 1906, L03353.
- Eddy a Laura E. Sargent, sin fecha, L06016.
- Eddy a la Junta Directiva, 4 de julio de 1908, L13475.
- Clara Knox McKee, “Our Leader’s Legacy” [El legado de nuestra Guía], We Knew Mary Baker Eddy, Amplified Edition, Volume 1 [Conocimos a Mary Baker Eddy, Edición ampliada, Volumen I] (Boston: The Christian Science Publishing Society, 2011), 465.
- Clara Shannon, “Golden Memories” [Recuerdos dorados], 1927, Reminiscencia, 32-33.
- Robert Peel, Mary Baker Eddy: The Years of Trial [Mary Baker Eddy: Los años de tribulación] (New York: Holt, Rinehart and Winston, 1971), 342, n.o 16.
- Eddy, Ciencia y Salud, 184-185.
- Mary Baker Eddy a Eldridge J. Smith, 25 de diciembre de 1876. L02045.
- Erwin D. Canham, Commitment to Freedom: The Story of The Christian Science Monitor [Compromiso con la libertad: La historia de The Christian Science Monitor] (Boston: Houghton Mifflin, 1958), 95-96.