¿Resucitó Mary Baker Eddy a Calvin Frye de la muerte?
A veces se nos pregunta si Mary Baker Eddy revivió a Calvin A. Frye, su secretario, de una enfermedad grave, de un gravísimo estado comatoso o de un estado de muerte.1 De hecho, aparecen varios relatos en las colecciones de La Biblioteca Mary Baker Eddy y en libros publicados por la Sociedad Editora de la Ciencia Cristiana. ¿Son todos ellos versiones de un mismo incidente, o representan múltiples crisis? ¿Hubo testigos presenciales?
Según varios relatos, Mary Baker Eddy intervino en emergencias de salud relacionadas con Frye en por lo menos cinco ocasiones entre 1886 y 1910. Ninguna de sus enfermedades tuvo un diagnóstico médico. Teniendo esto en cuenta, analicemos cuatro relatos escritos por personas que presenciaron los hechos.2
Clara Shannon informó sobre un incidente sin fecha que habría coincidido con su servicio en la casa de Mary Baker Eddy en Concord, Nuevo Hampshire:
Un día, mientras yo escribía el dictado de la Sra. Eddy, ella me pidió que le entregara un mensaje al Sr. Frye, que estaba en su habitación. Cuando llegué, la puerta estaba abierta, y vi que yacía de espaldas sobre la alfombra, aparentemente sin vida. Regresé con nuestra Guía, le conté lo que había visto y dije: “Al parecer, se desmayó”. Ella se levantó de inmediato y ambas fuimos a la habitación. Se arrodilló a su lado y le levantó el brazo, que cayó inerte. Entonces comenzó a hablarle. Yo había estado orando por él, pero lo que ella le dijo fue una revelación, que escuché maravillada. Nunca antes había oído palabras tan celestiales y tiernas, tales expresiones de amor, diciéndole la verdad de la relación del hombre con Dios. Tras unos instantes el Sr. Frye abrió los ojos, y tan pronto como Madre vio que estaba recuperando la consciencia, su voz cambió, y con la mayor severidad reprendió el error que aparecía estar atacándolo. Esta vez su voz y su tono fueron tan diferentes, conforme a la necesidad, que quedé profundamente impresionada.
Pronto le dijo que se pusiera de pie y le tendió la mano para ayudarlo a levantarse. Después ella se dio vuelta y salió de la habitación por el pasillo hacia donde había estado sentada. Entonces lo llamó: “¡Calvin, ven aquí!”. Y él la siguió. Le habló durante varios minutos, esforzándose por despertarlo, por momentos tronando contra el error. Luego le dijo: “Ahora puedes regresar a tu habitación”. Se dirigió desde el pasillo hacia su habitación, pero antes de entrar ella lo llamó nuevamente y habló con él, y esto se repitió varias veces.
Yo dije: “¡Ay, Madre! ¿No podría dejarlo sentarse unos minutos?”. Ella respondió: “No, si se sienta quizás no vuelva a despertarse. Hay que despertarlo. No debemos dejarlo morir; ¡todavía no está totalmente despierto!”. Comenzó a hablarle nuevamente y le recordó la vez que ella alquiló una granja por un día, no muy lejos de Concord, a la que ella, Martha y el Sr. Frye fueron a pasar el día, y comenzó a recordarle las cosas que habían pasado esa vez. Eso le llegó y ella dijo: “No lo has olvidado, ¿verdad, Calvin?” y él respondió: “No, Madre”. Y se rio con ganas. Entonces le habló más de la Verdad y le dijo que volviera a su habitación y su “vigilia”.3
Ella me explicó que cuando le decimos la verdad a alguien, si la verdad que contamos hace que la persona se ría, llore, o se enoje, hemos alcanzado el pensamiento que necesitaba ser corregido.4
John Salchow, que era parte del personal de Mary Baker Eddy, ofreció un recuerdo de testigo presencial de 1903:
Mi hermana [Maggie Salchow] trabajaba por entonces en la casa de la Sra. Eddy como sirvienta. Recuerdo haber bajado por el pasillo del primer piso de camino a la habitación del señor Frye y haber visto a Maggie salir corriendo de ella muy agitada. Me dijo que Calvin Frye estaba muerto, que lo había tocado y que su cuerpo estaba frío y rígido. Cuando di un paso adelante pude verlo a través de la puerta abierta acurrucado en su escritorio, su rostro colgando blanco y flácido contra el pecho, con los brazos y manos inertes. Entonces oímos la voz de la Sra. Eddy llegando desde su habitación. Aunque ella estaba fuera de mi línea de visión, por el sonido de su voz yo sabía dónde estaba. Aparentemente Frye no había respondido al llamado de la campanilla y Mary Baker Eddy estaba saliendo de su habitación para saber por qué no respondía. Escuché su voz acercándose. Era evidente que había entrado en la habitación del Sr. Frye y se estaba acercando a él, aunque por el sonido de su voz estoy segura de que no fue directamente hacia él, sino que se quedó en el centro de la habitación. La oí preguntar una y otra vez: “Calvin, ¿me escuchas?”. Me pareció que esto continuó unos cinco minutos, sin respuesta ni señales de vida de su parte. Entonces lo oí decir con voz muy débil: “Sí, Madre, puedo oírla”.5
George Kinter recordó también una ocasión en que Mary Baker Eddy revivió a Frye en el invierno de 1905, después de haber sido encontrado sin vida:
El Sr. Frye había fallecido: no tenía pulso, estaba frío como una piedra y rígido. Sus ojos cerrados estaban fijos y no mostraba ninguna señal de vida…
Pero cuando llegó nuestra Guía todo esto cambió; ella comenzó a tratarlo de inmediato, haciendo declaraciones tan audaces y audibles que me hicieron retroceder por miedo a que mi ahora despertado sentido de la gravedad de la situación pudiera frustrar sus heroicos esfuerzos…
Sus esfuerzos fueron extremadamente intensos. Recuerdo bastante bien muchas de sus declaraciones y acciones. Ella le dijo, por ejemplo: “Calvin, ¡todo es Vida! ¡Vida! Vida imperecedera. Di: ‘Dios es mi Vida’. ¡Repítelo conmigo! ¡Dilo, para que yo sepa que lo entiendes! Dilo en un susurro, si es necesario, pero decláralo para ti mismo. Declara: ‘Puedo ayudarme a mí mismo’”.
De vez en cuando ella le frotaba las manos, le abofeteaba fuertemente la cara y lo sacudía enérgicamente hasta que, al cabo de una hora, él se movió ligeramente y luego habló, al principio en tono lento, bajo, gutural y espasmódicamente, pero al final coherentemente, hasta que finalmente pudimos oírle decir cosas como “No me llame más”, y “Déjeme ir, estoy muy cansado”, etc.
A cada uno de esos pedidos la Sra. Eddy respondía: “Ay, sí. Persistiremos en llamarte para que vuelvas, porque no te has ido. Solo has estado soñando y ahora que has despertado de ese sueño ilusorio, no estás cansado. Amas la vida, Calvin, y sus actividades demasiado como para dormirte. Gracias al amado Dios, que es Mente, el Bien omnipresente, tú no consientes ninguna pretensión de los sentidos materiales. No tienes que hacerlo, y conociendo la Verdad tal como la has practicado estos muchos, muchos años, sabes que el Amor divino es el libertador y eres liberado de la esclavitud del hipnotismo, estás vivo para Dios, tu Salvador del pecado, la enfermedad y la muerte”.
“Ahora pues, da gracias a Dios, pues Él te ha redimido. Eres fuerte y estás bien”.
Así transcurrió aproximadamente otra media hora, y durante ese tiempo Frye conversó con todos nosotros de manera bastante inteligente…6
Otro relato de una curación similar aparece en la reminiscencia de Adam H. Dickey. Dickey no especificó el año en que ocurrió. Él trabajó en la casa de Mary Baker Eddy en Chestnut Hill, Massachusetts, desde 1908 hasta 1910. Contó lo siguiente:
Durante todo este tiempo la cabeza del señor Frye colgaba inerte sobre su hombro. Me aferré al respaldo de la mecedora en la que lo habíamos colocado para estabilizarlo. Puse mi mano sobre su cabeza para levantarla. De inmediato la Sra. Eddy me detuvo y me dijo: “No lo toques. Déjamelo enteramente a mí”. Una vez más ella volvió a llamarlo para que se despertara y se quedara con ella. Ya había pasado como media hora desde que Calvin había sido encontrado por primera vez, y aunque quienes observaban los esfuerzos de nuestra Guía por despertarlo no tenían la menor duda de que lo lograría, el tiempo parecía pasar sin respuesta visible a su trabajo. Pero ella no se desalentó. Redobló sus esfuerzos y hasta le gritó al Sr. Frye sus órdenes de que despertara. En determinado momento él levantó la cabeza y exhaló un largo y profundo suspiro…7
En su biografía de 1998, Mary Baker Eddy, la autora Gillian Gill, que no es Científica Cristiana, ofreció su perspectiva sobre estas experiencias y comentó: “Encuentro fascinante el caso de las diversas resurrecciones de Calvin Frye, pero no sé cómo interpretarlo”. Aunque ella no cree que Frye estuviera muerto, hace la siguiente observación:
Las curaciones de Calvin Frye adquieren un significado extraordinario debido a la etapa de la vida de la Sra. Eddy en las que ocurrieron, y por haber sido presenciadas y luego atestiguadas por tantas personas. En opinión de los Científicos Cristianos, prueban de manera concluyente que, en el apogeo de sus poderes, la Sra. Eddy podía levantar a una persona de entre los muertos.8
Mary Baker Eddy escribió en Ciencia y Salud: “La Biblia califica la muerte de enemigo, y Jesús venció la muerte y la sepultura en vez de ceder a ellas”.9 Los incidentes aquí relatados demuestran su respuesta eficaz ante situaciones extremas. Las interrogantes acerca de la naturaleza de la condición de Frye probablemente sean inevitables; las experiencias registradas van en contra de las reacciones convencionales ante la enfermedad y la muerte. Tanto las Escrituras hebreas como las cristianas, así como los cristianos a lo largo de los siglos, han dejado registros de resurrecciones de la muerte por medio de la oración. La Biblia da testimonio de diversas reacciones ante este fenómeno; las siguientes palabras de los Salmos se atribuyen a David: “Porque has librado mi alma de la muerte, y mis pies de caída, para que ande delante de Dios en la luz de los que viven”.10
Este artículo también se puede leer en este sitio web en alemán, francés, inglés y portugués.
- El sitio web de los Documentos de Mary Baker Eddy incluye la siguiente breve biografía: Calvin A. Frye (1845-1917) primero estudió Ciencia Cristiana con Mary Baker Eddy en 1881 y posteriormente tomó dos clases más con ella. Trabajó para Mary Baker Eddy durante más de 28 años, a partir de 1882, prestando servicio como su secretario personal y en muchas otras funciones, entre ellas confidente, cochero, practicista y administrador de la casa. Llevaba con meticulosidad los libros contables de las casas de Mary Baker Eddy y sus propias cuentas personales. Después del fallecimiento de Mary Baker Eddy, fue Presidente durante un período de La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, Massachusetts, en 1916. También viajó mucho y continuó con su afición a la fotografía.
- Nuestras colecciones incluyen cartas y reminiscencias relacionadas con este tema. El propio Frye escribió en una carta de fecha 14 de julio de 1888: “Hace unos dos años, tenía mucho que afrontar debido a los ataques del mesmerismo malicioso, que tenían la intención de desmoralizarme y, a través de mí, afligir a la Sra. Eddy. Estando bajo uno de esos ataques, mi mente quedó casi totalmente en blanco. Solo la Sra. Eddy estaba conmigo en ese momento. Me llamó en voz alta sin obtener respuesta y se dio cuenta de la necesidad de actuar rápidamente. Entonces levantó mi cabeza tomándome del copete y me llamó en voz alta para despertarme del estado de parálisis en el que había caído. Esto tuvo el efecto deseado y desperté sabiendo dónde estaba (aunque mi mente aún divagaba), pero vi el peligro del que me había librado y que nunca más podría repetirse. Estoy al tanto de esta clase de malapráctica mental, alias demonología, y sé que Dios es mi refugio” (Calvin A. Frye a destinatario desconocido, 14 de julio de 1888, L15943).
- Por “vigilia” Mary Baker Eddy se refiere a una oración que está alerta al peligro, el pecado y la enfermedad, y los enfrenta. Lida Fitzpatrick contó que en 1903 Mary Baker Eddy dijo lo siguiente: “Debéis velar, como dijo Jesús, si no queréis que vuestra casa sea forzada; pensáis que estáis velando, pero ¿estáis cuando vuestra casa es forzada? ¿Qué se pensaría de un centinela que dejara robar el lugar que vigila? ¿Sería un buen centinela? Por esa razón puse título a nuestra revista Sentinel [centinela] y le puse el lema ‘Velad’. Ahora bien, ¿cómo debemos velar? Un guardia que estaba vigilando del lado de los soldados de la Unión en tiempos de la guerra civil [de los Estados Unidos] caminaba de un lado a otro mientras estaba de servicio cuando de repente presintió el peligro, la proximidad del enemigo. Entonces comenzó a cantar: ‘Jesús, amante de mi alma, déjame volar a tu seno, etc.’, y el verso que lo salvó fue ‘Otro refugio no tengo, de ti depende mi alma desamparada, etc.’. Él se entregó a Dios. Después habló con el hombre que se había acercado con su arma al hombro para dispararle, quien le contó que [al intentar disparar] se le había caído el brazo a un lado y con él el fusil, y no pudo disparar. Eso es vigilar. Debemos presentir el peligro y elevar nuestro pensamiento a Dios; Él nos salvará”. (Véase We Knew Mary Baker Eddy, Expanded Edition [Conocimos a Mary Baker Eddy, edición ampliada], Volumen 2 [Boston: The Christian Science Publishing Society, 2013], 123).
- Clara M. S. Shannon, “Golden Memories” [Recuerdos dorados], sin fecha, reminiscencia, 30-31 (segunda parte), MBEL. Décadas más tarde, Richard St. J. Prentice recordó información adicional que Shannon había compartido con él: “La señorita Shannon le dejó claro al escritor que, en su opinión, el señor Calvin Frye sin duda había fallecido cuando lo encontraron; permaneció en el suelo un tiempo considerable, durante el cual nuestra Guía estuvo orando por él y hablando con él, antes de que mostrara alguna señal de vida y se incorporara. La Srta. Shannon dijo que después de lo que sucedió tenía mucho interés en saber qué estaba haciendo Frye, según la percepción que tenía él de las cosas, durante ese momento; por lo tanto, [al] día siguiente fue a verlo y le preguntó con toda seriedad: ‘Calvin, ¿qué hacía ayer cuando pensábamos que estaba muerto? Me gustaría saber’. Ella le dijo al escritor que Frye respondió de inmediato: ‘Estaba en la despensa, comiendo pastel de crema’”. (Véase Richard St. J. Prentice, “Statements by Clara M. Sainsbury Shannon, C.S.D. relating to Mary Baker Eddy” [Declaraciones de Clara M. Sainsbury Shannon, CSD, relativas a Mary Baker Eddy], 17 de octubre de 1968, reminiscencia, MBEL).
- John G. Salchow, “Reminiscences of Mr. John G. Salchow” [Reminiscencias de John G. Salchow], 18 de noviembre de 1932, reminiscencia, 86-87, MBEL. Véase también We Knew Mary Baker Eddy, Expanded Edition, Volumen 1 (Boston: The Christian Science Publishing Society, 2011), 409-410.
- George H. Kinter, “Raising the Dead” [Resucitando a los muertos], 7 de octubre de 1918, reminiscencia, 5-10, MBEL. Véase también el relato completo en We Knew Mary Baker Eddy, Expanded Edition, Volumen 2 (Boston: The Christian Science Publishing Society, 2013), 364-370.
- Adam H. Dickey, “Memoirs of Mary Baker Eddy” [Memorias de Mary Baker Eddy], 1927, reminiscencia, 89-90, MBEL. Véase también We Knew Mary Baker Eddy, Expanded Edition, Volumen 2, 440-442. Irving C. Tomlinson probablemente fue testigo de la misma experiencia y la registró en sus reminiscencias con fecha 9 de noviembre de 1908, agregando información adicional desde su perspectiva, incluido su recuerdo de las palabras de Mary Baker Eddy a Frye. Véase Tomlinson, Twelve Years with Mary Baker Eddy, Amplified Edition [Doce Años con Mary Baker Eddy, edición ampliada] (Boston: The Christian Science Publishing Society, 1996), 64-66.
- Gillian Gill, Mary Baker Eddy (Reading, Massachusetts: Perseus Books, 1998), 668-669, nota 32.
- Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras (Boston: The Christian Science Board of Directors), 39.
- Salmos 56:13.